Poesía

by Karen Alkalay-Gut

This free e-book was created with
Ourboox.com

Create your own amazing e-book!
It's simple and free.

Start now

Poesía

  • Joined Dec 2014
  • Published Books 4

                                          Karen Alkalay-Gut

                                                  Poesía

                                                                                Traducción Oscar Aguilera

2

Verano 1990

Ese verano usaba barniz para las uñas que era casi negro
y me contorsionaba y daba vueltas en torno a un crucigrama de nombres
y buscaba el orden en la vida de la mujer y la idea de la vida
en tanto que la mujer que más amaba partía camino a la muerte.
Ese verano mi protegido me abandonó y me encontré con viejos amigos
y vi que los más viejos eran vacíos o perversos.
Ese verano Mellors regresó a Francia

3

y no me despedí de él ni le dije que me importaba.
Ese verano un hombre se enamoró muy extrañamente
y yo observaba su congoja y no sentía nada,
lo comprendía y no me importaba
lo suficiente, aunque yo misma he soportado obsesiones
tan desesperadas y tristes como la que él tenía por mí.
Ese verano dormí sola más
de lo que he dormido sola desde que te conocí
y pasé más noches insomnes de las que jamás he conocido,
aunque me abrazabas y me amabas más intensamente que nunca.
Ese verano la traición de la sangre me unió con una familia
que creía que estaba medio mundo y una generación lejos.

4

Ese verano soñé que las piedras se agrupaban
y gruñían cuando yo pasaba, y yo gritaba “no, no” en mi sueño
pero las piedras, aunque yo sabía que no podían destruirme
me seguían hasta la puerta del despertar.
Ese verano mis compañeros eran vampiros de libros,
especialmente LeStat, traqueteando por las calles de Nueva Orleans.

5

Ese verano alguien muerto seguía susurrando
“Esto es lo que mereces, es el pago
por pretender ignorar por tanto tiempo”,
y contemplaba la foto borrosa de nosotros,
yo de espaldas a él con su traje blanco
y rogaba no perdón sino paz,
e incluso en la foto él decía: “Despídete
de cualquier paz que hayas deseado. Esto
es lo que mereces, te matará
pero sabrás lo que es sentirlo”.
Ese verano usaba lápiz labial color mora
y mi rostro estaba pálido y no me atrevía a tener la esperanza de
que el verano terminara sin agonía.

 

6

 

Simpatía por el demonio

Incluso tú, Príncipe, algunas veces estás ciego,
viviendo tan profundamente en la oscuridad;
sin duda la maldad es fácil como el egoísmo,
y que alguien como yo saborearía
tu especie de soledad, paladeando
aquellos días seductores, noches en lechos vacíos.
¿Qué puedo decir? Tu manera es tan masculina…
Y cuando nos encontramos esa noche en el cruce de caminos
marché un poco contigo, observando cómo se torcía
tu bastón, deseando poder aplacar

7

todas las congojas de tu mundo. Pensé
acunarte, como un discípulo agónico,
en mi dadivoso regazo; incluso no escuché
todas las ofertas de sabiduría que me hiciste
a cambio de mi alma.
Incluso cuando enarbolaste el contrato,
seguro de mi firma, no estaba prestando
atención, embrujada por ese dolor
en tus ojos, esa necesidad de algo bueno,
¿me atreveré a llamarlo… amor?

 

8

Después de hacer el amor

“Terminen de comer” mi abuela
urgía a sus niños
esperando levantar la mesa
para la siguiente comida. Pero
ellos se reían, “¿Terminar?”
Y mordisqueaban su pan.
“Cuando has terminado de comer
estás muerto”.

9

 

El vellocino de oro

Tienes que admitir la súplica de un dios
hecha desde tus aros;
parte de tu más puro y hermoso sueño,
el lóbulo mismo de tu seducción.

Es el mismo dios que emerge
de tus caderas en la danza,
el mismo dios que te da tal alegría
en la posesión, el mismo dios
que dice que toda pasión, toda verdad
está en tus momentos
del más grande placer.

10

 

La zapatilla

Debes admitir
que para nuestros propósitos
el vidrio es mucho más apropiado
que la piel. Su propia rigidez…
El diminuto pie perfectamente colocado
en la forma demasiado pequeña para todas
las hermanas, no ocultando
nada de sus líneas consumadas,
capaz de maniobrar en el campo del baile
incluso ante las complejidades de una gavota.

El tamaño perfecto fue siempre la primera regla de la belleza.
La segunda es deslizarse en una forma prescrita.

 

11

 

Mangas

Me despierto
y las mangas de mi preocupación
todavía están deshilachadas, el hilado
enrollado alrededor de mis brazos
como filacterias.

Así es como
leer a Shakespeare y Blake
antes de dormirse en Tierra Santa;
la tortura de la devoción y la culpa
como una sola.

 

12

Una selva

Aquí
en este oscuro
dulce bosque
aprendo
los movimientos
del hacha,
extendiéndose hacia atrás
e inclinándose hacia adentro
en la madera,
el apretón separado

13

de dos manos
en el mango
deslizándose juntas
cuando la hoja
muerde el corazón,
liberando aroma
de madera interior
luego el ritmo
de repetición.
Es la más
poderosa lección
de todas.
Una y otra vez
el cuerpo devora
incluso el más duro bosque.

14

Ulises

Hay peligro
aquí
en estas profundidades
que son demasido suaves
demasiado cálidas.
Hay peligro.
Tal vez surgiremos
perdidos para siempre
para no retornar
nunca a nuestros hogares

15

Estoy tan contenta

Estoy tan contenta de que no seamos vírgenes
o que tengamos que fingir ignorancia,
decoro. Quiero decir que tú sabes y yo sé
que hemos pasado o visto o soñado todo eso.

Mira, he dado a luz
enfrentando una puerta abierta que da a una sala ocupada
he rasgado la parte delantera de mi vestido ente un público como tú,
he dicho lo que tenía que decir, que prometí no
decir
(y lo supe de mi tía el mismo día siguiente),

16


avergonzada
Mis padres, y mis hijos,
una y otra vez
y pasé por todo eso
y lo confieso todo
y río.

¿Qué pretensiones de decencia podría tener?

17

Y tú tú has oído este tipo de cosas antes
tal vez no aquí, no de mí
pero cuán diferente puede ser lo que has visto o experimentarás
de lo que yo sé o sabré
así es que podemos relajarnos y tratarnos mutuamente como gatos
que huelen impersonal, afectuosamente
las partes privadas de los huéspedes.

 

18

Aquí y allí

Aquí unos pocos poemas
allí unas pocas lágrimas
¿qué más se necesita
para darle forma a la vida?

 

19

Uno mismo

Uno mismo

    uno mismo

        gotitas de agua
sobre una hoja flotante
cuyo peso la sume

en la nada.

 

20

La exhibicionista en su boudoir

Si un árbol
cae en un bosque

y las cortinas
son cerradas

y si los hombres en mi vida
y el perro
están durmiendo

y si me saco
la ropa

al son
de la música en mi cabeza

21

y murmuro
a mis amantes imaginarios

todo
lo que se pierden

y que necesitan
conocer

quién podría decir
que yo no soy

el genio, la culminación
de todos los sueños

22
23
This free e-book was created with
Ourboox.com

Create your own amazing e-book!
It's simple and free.

Start now

Ad Remove Ads [X]
Skip to content