“La muerte de Leonardo da Vinci” de Jean-Auguste-Dominique Ingres (1818)
El peso de la muerte, por Paola Nicole Kalil Rivera
Tras haberte admirado e idolatrado durante tanto tiempo, jamás imaginé que sostendría tu cuerpo sin vida entre mis brazos.
En tu lecho de muerte te acompañan tus discípulos y yo soy el último en llegar. A tu lado, sobre una mesa, descansa una biblia y un crucifijo que pretenden brindarle refugio a tu alma en decadencia. ¿Cómo terminaste así de mal, Leonardo? Eras un hombre tan lleno de vida y de sueños por completar; nadie podría haberse imaginado que una enfermedad acabaría contigo. Pero es cierto que los años ya te estaban pasando factura y que tu reloj de arena estaba a punto de quedarse vacío. ¡Triste y maldito día en el que dejaste este mundo! ¡Malditos quedamos todos habiendo sido privados de tu grandeza!
Me siento junto a tu tembloroso cuerpo y me percato de que emites sonidos entrecortados en un fallido intento por comunicarte. Tus ojos a duras penas se mantienen abiertos, por lo que te es imposible reconocer quien soy. Tu piel es como la nieve y en ella resaltan las venas que transportan la poca sangre que tu corazón consigue bombear. Tus manos permanecen quietas y conservan en ellas el recuerdo de lo que alguna vez te ayudaron a realizar. ¿Cómo puede ser posible que sea este tu final?
Beso tu frente y recuerdo el día en que me confesaste tu enfermedad; han pasado cuatro meses con cuatro días desde entonces. Es imposible no sonreír ante la emoción que me provocó la noticia de tu padecimiento, pues no te imaginas cuánto trabajo pasé para que ocurriera. Lo más difícil de lograr fue que no hicieran preguntas respecto al veneno que encargué a uno de mis súbditos, pero la plaga de ratas que invadía al castillo durante ese tiempo sirvió como la excusa perfecta para que nadie sospechara de mis intenciones. Con cada visita que me hacías sólo bastaba echar tres gotas del veneno a tu copa para que tus órganos comenzaran a fallar y en solo cuestión de meses todo tu sistema se viniera abajo.
No tienes que agradecerme, querido Leonardo, todo lo que hice fue con el propósito de regalarle a tu historia un cierre apropiado y a la altura de tus logros. ¡No hay muerte más digna que la que un seguidor le puede brindar a su líder!
¿Ha llegado la hora de despedirnos? Veo como la hora de partida se aproxima en cuestión de segundos. Todo tu cuerpo se sacude mientras que tus brazos y piernas quedan estáticos. Decido tomarte en brazos para evitar que te lastimes y, automáticamente, tus manos se aferran a lo que alcanzan a tocar de mi ropa. Tu pecho sube y baja violentamente anunciando que te cuesta respirar. Tus ojos quedan en blanco y tu cuerpo se deja de mover, mientras que tu pecho, lentamente, va apaciguando su ritmo. Espuma blanca comienza a salir de tu boca y tus manos caen inertes al instante en que la vida abandona tu cuerpo. Se hace un silencio a modo de respeto y poco a poco los presentes se retiran de la habitación.
El aroma de la muerte es dulce y con un gusto ligeramente picante, tal y como lo eras tú, Leonardo. Espero que desde donde estés aprecies mi regalo y me guardes un espacio a tu lado para cuando sea mi momento de acompañarte.
Published: Mar 18, 2022
Latest Revision: Mar 18, 2022
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